miércoles, 9 de junio de 2010

Dílemas y definiciones ante el caso PDVAL y la campaña burguesa


POR: FRANCISCO MARIN 08/06/2010 FUENTE aporrea.org




El comandante Chávez ha dado un paso decisivo respecto a la comida dañada de PDVAL. Lo ha denunciado ante el país, colocándolo en la picota pública. La burguesía, como de costumbre, no ha perdido tiempo. Ha desatado una brutal campana para capitalizar el hecho en función del más supremo de sus objetivos: destruir al gobierno revolucionario. Su estrategia es sencilla:desacreditar sus políticas y socavar su fuerza social. Esta conducta esta en correspondencia con la defensa de sus intereses como clase; es absurdo exigirle o esperar de ella otra actitud. A no ser que se asuma la política pro burguesa del PPT. Jamas cederá pacíficamente el poder que ha ostentado como clase dominante. Esto es lo que explica sus acciones en la actual coyuntura política; busca ganar terreno en la Asamblea Nacional e imponer desde ahí una cuña al proceso bolivariano.

Las circunstancias han sido tajantes y han puesto a prueba nuevamente a las fuerzas internas de la revolución. Concepciones, perspectivas programáticas, propuestas teóricas, etc, están siendo sometidas a la prueba de los hechos y al juicio de las masas populares, dejando ver los intereses que representa en esta nueva brega contra la canalla oligarca. Y si hay alguna posición que merezca tratamiento especial, por las implicaciones que tiene en la coyuntura actual, es la sostenida por los compañeros de UN GRANO DE MAIZ, respecto al caso de los alimentos dañados de PDVAL. Para decirlo con palabra de estos camaradas (en el trabajo del 4 de junio de 2010): un exceso de “Pasión” les ha jugado una mala pasada. Deben rectificar a tiempo si no quieren que sus concepciones terminen parando en el cuarto de los trastos viejos. No se trata de reducir esta afirmación a calificativos simplista, sino de una critica franca y abierta, respetuosa y militante, contra ideas que se consideran erradas por completo, con la única intensión de que se revisen y rectifiquen, de caras a la profundización de la conciencia política de un pueblo históricamente engañado y explotado, al que solo se le debe decir la verdad y nada más que la verdad, sin ambigüedades simplistas.

Antecedente de un principio de la revolución.

Fresca esta en la memoria la reacción fundamental que provoco en la conciencia de las masas populares la rebelión militar del 4 de febrero de 1992, ante la cual la burguesía no pudo, a pesar de su colosal campana de descrédito y criminalización contra los líderes de aquella gesta. Cansado de engaños, de hipocresía y burla descarada por parte de los “políticos” del régimen burgués del Puntofijismo, el pueblo venezolano vio en el gesto del Comandante de aquella rebelión (Hugo Chávez) una conducta admirable, asumir sin vacilar la responsabilidad de aquel movimiento, una vez derrotado. En un país en el que “nadie se responsabilizaba de nada”, aquello representó un ejemplo digno de seguir y defender. No fueron las balas que sonaron ese día las que encendieron la pradera, sino la valiente asunción de aquella rebelión por parte de su líder principal. Luego vendría la cárcel y el sinuoso camino que nos ha traído hasta hoy.

No sorprende que sea hoy el propio Chávez quien denuncie de caras a las masas el caso de los alimentos dañados de PDVAL, sin temor a la reacción de la burguesía y sus agentes. Cuando se tiene suficiente vergüenza, dignidad y valor no se teme a la autocrítica de los errores propios, ni mucho menos al chantaje de la burguesía. Nada más útil y beneficioso a la contrarrevolución que una verdad dicha a medias por los revolucionarios, u ocultada del conocimiento de las masas populares por los mismos. Los que en nombre de la revolución proceden de esa manera no sirven a la revolución, sino a los intereses de la burguesía, pues le preparan el terreno a sus maniobras disgregadoras. A la burguesa solo es posible derrotarle sus campañas de tergiversación y confusión contra el pueblo desde una perspectiva de revolución social. No solo apelando a las cifras de distribución de alimentos en los últimos años, morigerando el tamaño del daño apoyadas en estas cifras, o llamando a los trabajadores(as) a defender a PDVAL y a algunos de sus funcionarios de un complot para destruirla, como se combatirá al enemigo histórico; hace falta mucha vergüenza, mucha dignidad y valor para reconocer y asumir lo que se halla hecho mal. Mil veces mejor es ser sometidos al juicio implacable del pueblo a brindar a la canalla burguesa los elementos para su campaña de desinformación y chantaje, dirigida a desmovilizar al pueblo. No está en juego la reputación individual de ningún burócrata, sino la conciencia y la confianza de un pueblo que valora como un principio sagrado que le llamen las cosas por su nombre, sin solidaridades automáticas vergonzantes.

Un error imperdonable

Las ediciones del 4 y 5 de junio de UN GRANO DE MAIZ, no hacen gala de la habitual irreverencia y profundidad de criterio que proclaman sus autores. Pareciera como si el caso del hallazgo de alimentos de PDVAL deteriorados los hubiese aturdido, haciéndoles perder las perspectivas. En lugar de aprovechar el hecho para poner el acento en cuestiones de política bastante decisivas, como por ejemplo preguntarse cómo son las relaciones entre trabajadores y Gerentes de PDVAL en el marco de la gestión y control social de una empresa que se define socialista, hasta dónde llega el protagonismo político de los trabajadores, etc. Cuesta creer que en el seno de PDVAL no hallan trabajadores(as) enterados y preocupados por lo que estaba sucediendo, sin hacer nada al respecto. Y si fuere el caso de que existieron advertencias y denuncias desde los trabajadores(as), convendría conocer la actitud de la Gerencia con respecto a esas denuncias y gestiones de esos trabajadores. Dejando a un lado el problema de la participación en la gestión de trabajadores(as) o la contraloría social, los camaradas de UN GRANO DE MAIZ optaron por sintetizar su posición en una consigna sorprendente: “Honor a los que asumen riesgos por la Revolución”, en una clara opción por individualidades burocráticas. Así las cosas, para UN GRANO DE MAIZ, lo fundamental es la defensa de tal o cual funcionario, y el llamado a movilización de los trabajadores(as) en defensa de PDVAL, un medio para realizar esa defensa.

Un llamado a movilización de esa naturaleza corre el riesgo de la vaciedad. Pone de relieve una brecha entre llamado y trabajadores. No puede ni debe haber ambigüedad en esto. El llamado a movilización sonó como cascarón vacío. La movilización que le precedió el lunes 31 de mayo, a pesar de haber generado confusión, por parte de la “dirección política”, tuvo mayor participación e impacto político en los trabajadores que la de este lunes 7 de junio. Parece haber una brecha entre quienes se erigen como dirigentes de la clase obrera petrolera (incluyendo a Ministro) y los trabajadores que, afines al proceso bolivariano, asumen o no la convocatoria.

El proletariado no está para ser convocado a “honrar” y defender individualidades burocráticas, manteniéndolo al margen de su papel efectivo y concreto en la gestión de las empresas cuyos directivos proclaman Socialistas (como PDVSA y PDVAL); el proletariado venezolano está, hoy más que nunca, en la tarea de definir el carácter con el que asistirá a la construcción del Socialismo que hoy se proclama: Como masa obediente a las ordenes de tal o cual funcionario de turno o como clase social capaz de pensar y actuar unida, con sus ideas y su fuerza. Una confrontación de ideas bajo estas definiciones, coloca adelante la agenda del debate revolucionario, y deja a la saga la agenda del debate en el que nos quiere mantener la oligarca; en ello reside la perspectiva que determinará el porvenir de la Revolución Bolivariana. No es por la vía de Vanguardias maduradas a punto de carburo, “destinadas a dirigir con su ejemplo el gran cambio social”, donde se alcanzara la respuesta a estos grandes problemas.

Camaradas de UN GRANO DE MAIZ: no se puede ni se debe hacer apología de la cobardía política, en forma de supuestas ideologías revolucionarias. La máxima de los revolucionarios es “Hacer posible lo que parece un imposible”. Si en el curso de esa batallas existen “oficiales de primera línea en el combate”, que temen a que sus “equivocaciones” sean “sometidas al escarnio público” y ante esa posibilidad prefieran “nunca hacer nada”, a equivocarse, vale decir, optar por cruzarse cobardemente de brazos a tener que pasar la “vergüenza” de asumir ante las sociedad las consecuencias de sus actos; entonces, en ese casos, no estamos en presencia de ningún “oficial de primera línea de combate”, ni de segunda ni de tercera, ni de nada, sino ante un problema de dirección de nuestras y operaciones bastante grave; problema de dirección que puede terminar llevando al desastre a las fuerzas de la Revolución. Cabe preguntarse: ¿deben aceptarse “oficiales” de ese tipo como jefes de nuestras fuerzas?

Los resortes de la vergüenza, la dignidad y el valor movilizan más que los llamados destemplados a defender a tales o cuales funcionarios incapaces de llamar a las cosas por su nombre. La mayor garantía de la continuidad de la Revolución, en la perspectiva socialista que el Comandante de la Revolución Hugo Chávez dirige, está en la capacidad de la clase de los proletarios de conquistar su existencia como clase política independiente, capaz de dirigir sus fuerzas en pos de un objetivo común junto a las masas del pueblo.

Militante por el Socialismo (PSUV)

fmarin2005@yahoo.com

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