lunes, 30 de noviembre de 2009

LA ESQUINA DEL MARXUPIAL CONTRA EL LIBERALISMO





Por: Carlos Rangel

A sabiendas de que una persona está en un error, no sostener una discusión con ella y dejar pasar las cosas para preservar la paz y la amistad, porque se trata de un conocido, compañero, vecino, colega o familia, o bien buscando mantenerse en buenos términos con esa persona, tratar apenas el asunto en lugar de ir hasta el fondo. Así, tanto la colectividad como el individuo resultan perjudicados. Éste es el 1er. tipo de liberalismo! Hacer críticas irresponsables en privado en vez de plantear activamente sugerencias a la organización. No decir nada a los demás en su presencia, sino andar con chismes a sus espaldas; o callarse en las reuniones, pero murmurar después. No considerar para nada los principios de la vida colectiva, sino dejarse llevar por las inclinaciones personales. Éste es el 2do. tipo. Dejar pasar cuanto no le afecte a uno personalmente; decir lo menos posible en las reuniones aunque se tenga perfecta conciencia de que algo es incorrecto; ser hábil en mantenerse a cubierto y preocuparse únicamente de evitar reproches. Éste es el 3er. tipo. Desobedecer las orientaciones de las ASAMBLEAS y colocar las opiniones personales en primer lugar; exigir consideraciones especiales de la organización, pero no acatar su disciplina. Éste es el 4to. tipo. Entregarse a ataques personales, armar líos, desahogar rencores personales o buscar venganza, en vez de debatir los puntos de vista erróneos y luchar contra ellos en bien de la unidad, el progreso y el buen cumplimiento de los planes de trabajo. Éste es el 5to. tipo. Escuchar opiniones incorrectas y no refutarlas, e incluso escuchar expresiones contrarrevolucionarias y no informar sobre ellas, tomándolas tranquilamente como si nada hubiera pasado. Éste es el 6to. tipo.

Al hallarse entre las masas, no hacer propaganda ni agitación, no hablar en sus reuniones, no investigar ni hacerles preguntas, sino permanecer indiferentes a ellas, sin mostrar la menor preocupación por su bienestar, olvidando que se es revolucionario y comportándose como una persona cualquiera. Éste es el 7mo. tipo. No indignarse al ver que alguien perjudica los intereses del pueblo, ni disuadirlo ni impedir su acción, ni razonar con él, sino dejarle hacer. Éste es el 8vo. tipo. Trabajar descuidadamente, sin plan ni orientación definidos; cumplir solo las formalidades y pasar los días vegetando. Éste es el 9no. tipo. Considerar que se ha rendido grandes servicios a la revolución y darse aires de veterano; no darle importancia a las tareas pequeñas por no estar a la altura de las grandes; ser negligente y carrero en el trabajo, y flojo en la lectura y el estudio. Éste el 10mo. tipo. Tener conciencia de los propios errores pero no intentar corregirlos, tomando una actitud liberal y contrarrevolucionaria para consigo mismo. Éste es el onceavo tipo de liberalismo. Todas estas son manifestaciones de liberalismo. En el movimiento revolucionario, el liberalismo es extremadamente perjudicial. Es un corrosivo, que deshace la unidad, debilita la cohesión, causa apatía, y crea desertores. Priva a las filas revolucionarias de su organización compacta y de su estricta disciplina, impide la aplicación cabal de su política y aleja a las organizaciones de las masas que estas dirigen. Se trata de una tendencia sumamente perniciosa. El liberalismo proviene del egoísmo de la pequeña burguesía; ésta coloca los intereses personales en primer plano y relega los intereses del pueblo al segundo, engendrando así el liberalismo en los terrenos ideológico, político y organizativo.




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