PROPIEDAD PÚBLICA Y PROPIEDAD COMÚN
POR: Anton Pannekoek 2da PARTE )
“No hay ninguna razón para suponer que la socialización de cualquier industria significaría un gran cambio en su personal directivo” (pág. 676, en: Un esbozo del conocimiento moderno, ed. por el Dr. W. Rose, 1931).
En otras palabras: la estructura del trabajo productivo sigue siendo como es bajo el capitalismo; los obreros subordinados a directores que mandan. Claramente, no se le ocurre al autor "socialista" que "el conjunto de la gente" consiste principalmente en trabajadores, que eran bastante capaces, siendo personal productor, de gestionar la industria que consiste en su propio trabajo.
Como una corrección a la producción gestionada por el Estado, a veces se reivindica el control obrero. Ahora, solicitar control, supervisión, a un superior, indica la actitud sumisa de objetos de explotación desvalidos. Y entonces usted puede controlar el asunto de otro hombre; lo que es su propio asunto usted no lo quiere controlado, usted lo hace. El trabajo productivo, la producción social, es el asunto genuino de la clase obrera. Es el contenido de su vida, su propia actividad. Pueden cuidar de sí mismos si no hay ninguna policía o poder estatal para mantenerles apartados. Tienen las herramientas, las máquinas en sus manos, las usan y las manejan. Ellos no necesitan amos que les manden, ni encargados* para controlar a los amos.
La propiedad pública es el programa de los “amigos” de los obreros que, dada la dura explotación del capitalismo privado, desean sustituirla por una explotación modernizada más apacible. La propiedad común es el programa de la propia clase obrera, luchando por su autoliberación.
No hablamos aquí, por supuesto, de una sociedad socialista o comunista en una fase posterior de desarrollo, cuando la producción será organizada de tal modo que no constituya ya nunca
Si la clase obrera rechaza la propiedad pública con su servidumbre y explotación, y reivindica la propiedad común con su libertad y autogobierno, no puede hacerlo sin cumplir las condiciones y hacerse cargo de los deberes. La propiedad común de los obreros implica, primero, que la integridad de los productores es la dueña de los medios de producción y los hace funcionar en un sistema bien planificado de producción social. Implica, en segundo lugar que, en todos los talleres, factorías, empresas, el personal regule su propio trabajo colectivo como parte del todo. Así, tienen que crear los órganos por medio de los cuales dirigen su propio trabajo, como plantilla, lo mismo que dirigen la producción social en sentido amplio. Las instituciones del Estado y el gobierno no pueden servir para este propósito, porque son esencialmente órganos de dominación, y concentran los asuntos generales en manos de un grupo de gobernantes. Pero bajo el socialismo los asuntos generales consisten en la producción social; de modo que es la incumbencia de todos, de cada plantilla, de cada obrero, el discutirlos y decidirlos en todo momento por sí mismos. Sus órganos deben consistir en delegados enviados como portadores de su opinión, y estarán continuamente retornando e informando sobre los resultados a los que se llegase en las asambleas de delegados. Por medio de tales delegados, que pueden ser cambiados y revocados
Tales cuerpos de delegados, para los que se ha utilizado el nombre de consejos obreros, forman lo que podría llamarse la organización política apropiada para la autoliberación de la clase obrera de la explotación. No pueden ser inventados de antemano, tienen que formarse mediante la actividad práctica de los obreros mismos cuando los necesiten. Tales delegados no son parlamentarios, ni gobernantes, ni dirigentes, sino mediadores, mensajeros expertos, formando la conexión entre el personal separado de las empresas, combinando sus opiniones separadas en una resolución común. La propiedad común exige dirección común del trabajo tanto como actividad productiva común; sólo puede ser realizada si todos los obreros toman parte en esta autogestión de lo que es la base y el contenido de la vida social; y si van a crear los órganos que unan sus voluntades separadas en una acción común.
Dado que tales consejos obreros van a jugar, sin duda, un papel considerable en la organización futura de las luchas y objetivos de los trabajadores, merecen una atención aguda y estudio por parte de todos los que están por la lucha intransigente y la libertad de la clase obrera.
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