domingo, 14 de junio de 2009

LA FAMILIA CISNEROS

Los Bronfman de Venezuela

Por: Antonio Albujas

Venezuela tenía hasta hace poco una relación "privilegiada" con el narcotráfico sudamericano. Hasta 1933 exenta de la pro­ducción de estupefacientes, Venezuela servía en cambio de estación de trasbordo y "centro bancario" del narcotráfico.



Fueron narcodólares venezolanos, por ejemplo, los que iniciaron el torrente de dinero "lavado" hacia el mercado de bienes raíces de Florida, antes de que a la mafia colombiana se le ocurriese siquiera la idea. Llegó a tanto el volumen de dinero lavado procedente de Venezuela que se convirtió en chiste popular decir que Florida se había separado de los Estados Unidos... para ser un nuevo estado de Venezuela. Para 1980, se calculaba oficialmente que el capital venezolano invertido en bienes raíces floridanos ascendía a más de 1.100 millones de dólares. Y en 1933, según cálculos de un funcionario de policía venezolano hechos públicos a principios de 1984, se lavaron en Venezuela cerca de 5.000 millones de dólares.

Pero hace ya mucho que Venezuela perdió esa relación "privilegiada"; junto con las casas bancarias que se lucran del narcotráfico hay ahora medio millón de adictos, según se calcula, muchos de ellos hijos de los propios narcofinancieros. Con todo, identificar el aparato del lavado de dólares y sus jefes sigue siendo el medio más eficaz de identificar en su conjunto a la mafia venezolana de los estupefacientes.

El 20 de julio de 1984 la revista venezolana Resumen informó sobre versiones de que un miembro de la familia Cisneros, una de las más poderosas familias financieras de Venezuela, estaba metido hasta los codos en el lavado de dinero del narcotráfico en Florida. Según, esa información, tomada en su totalidad del libro In Banks We Trust, de la periodista izquierdista Penny Lernoux, Oswaldo Cisneros Fajardo había estado vinculado a la World Finance Corporation (WFC), una lavandería inter­nacional de dólares.




La WFC, habiendo metido la pata ya demasiadas veces, finalmente se vino abajo, y su presidente cubano-estadounidense, Guillermo Hernández Cartaya, paró en la cárcel en pago de un delito relativamente leve: evasión de impuestos.

La crónica incluía algunos de los detalles más sórdidos de los negocios de la WFC: canje de armas por drogas en el Caribe; recursos financieros puestos a disposición del gobierno de Fidel Castro, etc. El reportaje suscitó aún más interés por el hecho; de. que El Diario de Caracas acababa de publicar una foto del presidente Lusinchi leyendo el libro de Lernoux, en compañía de dos altos funcionarios. El pie de foto aseguraba que los lec­tores se habían interesado especialmente en los lazos de Cisneros con el mundo del narcotráfico. Lo cual suscitó tanta indignación como si la revista Newsweek hubiese acusado David Rockefeller de lavar dinero sucio.

La Organización Cisneros, compañía tenedora de la familia Cisneros, hizo publicar desplegados de página entera en la prensa de Caracas, en los cuales negaba tener relación alguna con la World Finance Corporation Credival, o el señor Hernández Cartaya.

Oswaldo Cisneros, en una entrevista con Resumen, en la que presentaba su versión del asunto, reconoció que en 1975 había contratado a Hernández Cartaya para que le reorganizara la firma inversionista Inversiones Fénix, a la cual se le llamó después Credival, y que entre los dos habían constituido una subsidiaria de la WFC en Caracas.




Pero insistió que ése había sido el último negocio que habían hecho juntos, y que no tenía conocimiento alguno - ni antes ni en ese momento - de que Hernández Cartaya tuviese algo que ver con el narcotráfico o el lavado de narcodólares.

Muchos salieron a defender la honra de Cisneros atacando la confiabilidad de Lernoux, lo que resultaba harto fácil en vista de que su carrera de “periodista” fue patrocinada por la KGB y una sarta de agencias vinculadas a la inteligencia británica tanto en los Estados Unidos como en Ibero América. Pero la mayoría de las pruebas que presentó Lernoux sobre el terna de Ia WFC fueron tomadas de los expedientes de luengas inves­tigaciones realizadas por varias instituciones estadounidenses (entre ellas el Congreso, la Dirección de Aduanas, la Dirección de Estupefacientes y un gran jurado federal) sobre Hernández Cartaya y la WFC.


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