Por: Joana López García
Como trabajadora de una institución pública, estoy profundamente traspasada por el contexto laboral al cual pertenezco, así que prefiero comenzar con algunas opiniones de los compañeros de trabajo y amigos de otras instituciones, sobre lo que representa nuestro actual mundo laboral:
“Ahora lo que impera es una terrible anarquía”; “los gerentes de las instituciones públicas son déspotas, inhumanos y terriblemente capitalistas”; “el trabajo es más monótono y burocrático, con alto grado de ocio”; “este año ni siquiera tuvimos aumento”; “esta vaina de socialismo es pura mentira”; “Chávez podrá tener muy buenas intenciones pero está rodeado de un montón de vivos, corruptos, gente que no está comprometida con el pueblo, que no atienden nuestras necesidades, hay mucho descontento en la calle”; “en la Administración Pública hay muchos contratados, trabajadores de segunda clase, donde está la justicia social”…
Y los comprometidos con esta causa, que tratamos de deslastrarnos de tanta parafernalia capitalista que nos asfixia y tiende telarañas en nuestros ojos para que no veamos las maravillosas obras de la revolución, sólo caemos en discusiones estériles, tratando de abrir los ojos de quines no tienen telarañas sino una venda negra y oscura que esconde lo atractivo del socialismo “la construcción”.
Desde la deconstrucción, se puede entender por que los trabajadores nos concentramos en lo negativo, en la supuesta incapacidad e inhumanidad de los gerentes, en lo aburrido de nuestras tareas, en el pésimo ambiente laboral que nos rodea y el sin fin de motivos que tenemos para desprestigiar, hablar por lo pasillos, destruir al que ostenta poder, repitiendo una y otra vez que los supuestos socialistas son más tirános que los capitalistas, es una reacción típica de empleados.
No tiene por qué ser de otra manera, el capitalismo nos educó para que nos empleen: utilicen, manejen, aprovechen, exploten, por lo tanto, ante situaciones laborales complejas en nuestro primer hogar (si a tiempo invertido nos referimos), no tenemos herramientas como contrarrestarlas, sólo agregar más elementos para seguir afirmando que esta vaina no sirve para nada.
Qué los líderes no nos tratan como aliados, eso es muy posible, pero la construcción es
Existen máximas dentro del socialismo que debemos asumir lo antes posible: 1) Somos más los trabajadores que los líderes, así que contamos con mayor capacidad para solucionar nuestros propios problemas; otro trilladísimo que poco ponemos en práctica 2) En la unión está la fuerza, no podemos seguir pensando que quien ostenta el dinero, el cargo o la posición tiene el poder, en el socialismo los líderes están para obedecer al pueblo no es al contrario, en nuestra construcción única y venezolana, líderes y trabajadores son aliados, socios, no puede ser de otra manera; 3) Si los trabajadores conocemos nuestras múltiples necesidades, ¿por qué las soluciones deben salir sólo de los líderes?, ¿Dónde están nuestras propuestas?, más allá, ¿Dónde están nuestras acciones, las mesas de trabajo, las decisiones colectivas?.
Compañeros, somos la base en esta revolución, los aliados, la mayoría, el poder, ¿qué pasa con la construcción? acaso ¿preferimos seguir siendo empleados? ¿Será más cómodo criticar que edificar?.
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